domingo, 7 de diciembre de 2008

Cada lágrima se arrodilla
a la luz de tu espina dorsal,
un sol se agiganta en tu vientre amoroso,
me besan los demonios en la oscuridad
los siglos rebelan la sangre
que corre bajo tus pies morenos,
soy la sombra de un poema muerto
el holocausto humano que se atrinchera
entre vaginas azules.

Lloro… esta lluvia ácida
seduce la ciudad y mis huesos,
esta lluvia ácida deteriora la rebeldía
de dos amantes convertidos en excremento…
Tu ausencia es la camisa de fuerza
de este Dios enloquecido,
que fornica con vírgenes
y labios carbonizados.

jun/98

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