domingo, 7 de diciembre de 2008

Los dioses han profanado los surcos del sueño
dispersan electromagnéticos,
en los ríos urbanos del silencio oxidado…
Dioses, perros que profetizan su muerte
en la esquina de una pieza fúnebre,
digiriendo el arsénico de un pentagrama.
Ha muerto la diosa de la perversión,
ha muerto el dios.


Piel tristísima que nada en las pupilas,
piel blanca donde dioses con síndrome de down,
tumores malignos que construyen y
trescientas ciudades que padecen
de insomnios

Piel que besan y se incendia hasta
las cenizas.
Ciudad tibia que ríes con bombardeos,
piel donde se escribe poesía fúnebre,
monumento fabricado por tranvías,
angustias,
v-i-s-c-e-r-a-s
f
o
s
a
s,
y restos de soledades púrpuras.





Piel que grita entre montañas de células muertas,
succiona la sangre del tiempo,
del tiempo, vagina- desierto-
que se humedece por la saliva
de un hombre que escribe
una frase con su falo erecto,
entintando en un interior que arde.
Piel- mutilación electrónica
piel que amo, muerdo, taladro…
piel que saqueo, fornico, incendio, escupo…
en las noches donde la sangre nutren
mi hambre por romper esta camisa de fuera,
mi falo besa la telaraña de tus sueños…
la carne tibia de tus profundidades.

No hay comentarios: