domingo, 7 de diciembre de 2008

El ángel tiene las manos desgarradas,
la cabeza del tronco arrancada,
de las alas de mármol,
un riachuelo de sangre
cubre sus pies.

El ángel trata de reír
pero el sol taladra su interior.
Nada como la muerte,
que con su espada de diamante
corta las manos,
los pies,
la nostalgia,
el tiempo
que busca hacer raíces
y crecer junto al pantano desolado
de tanta carne agusanada.



15/jun/96

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